Durante nuestra experiencia ayudando a las empresas a transformarse a través de las personas, nuestros clientes siempre nos plantean la misma pregunta: ¿en qué acciones debemos reinvertir nuestro tiempo y dinero para que no haya estados y emociones negativas en la organización y, por ende, mejoren los resultados? Hoy quiero compartir con vosotros/as nuestras tres claves del éxito:
1.- Analizar y trabajar la conducta de los/as jefes/as en todos los niveles de la organización para que se comporten de forma que no produzcan estos estados de ánimo negativos en los demás.
2.- Analizar y trabajar en todas las personas que componen la organización, su capacidad de adaptabilidad y cambio para así poder ver las cosas desde una perspectiva más abierta, capacitadora, potenciadora, esperanzadora y menos traumática.
3.- Conseguir que los/as jefes/as también sean capaces de provocar en sus subordinados/as el cambio que exponemos en el punto 1, es decir, convertirlos en personas que ayuden a sus subordinados a cambiar su forma de ver las cosas para conseguir reducir los niveles de las emociones que les hacen sentirse mal dentro de la empresa y que hagan suyas actitudes decididas y activas en favor de su propia vida y de la empresa.
En los puntos 1 y 3 puede que no se vea el matiz, pero es enormemente importante. En muchas ocasiones nos han contratado para “motivar” a las personas o para “aprender a motivarlas”, y a veces nos decepcionamos cuando nos damos cuenta de que la directiva y los mandos con sus actitudes están desmotivando constantemente. Realmente todo se resume en que no hay que preocuparse tanto en motivar a las personas, el primer paso es no desmotivarlas.
Existen determinadas reglas sobre la desmotivación y la motivación que hay que tener en cuenta:
1.- Los motivadores y los desmotivadores no siempre son los mismos. Hay cosas que sirven para motivar y otras que sirven para no desmotivar, por ejemplo, el dinero pocas veces es un motivador, las personas no trabajan con más ganas por ganar más dinero ni menos por ganar el dinero que saben que le van a dar seguro a final de mes. En cambio, las personas acostumbran a trabajar con más ganas cuando les das una nueva responsabilidad que, obviamente, les puede producir una mejora económica.
2.- A una persona desmotivada no le ayuda un elemento motivador. Si una persona está desmotivada, un supuesto motivador no suele producir motivación, muchas veces empeora la situación. Por ejemplo, si una persona lleva tiempo creyendo que le deberían dar un aumento de sueldo (desmotivador) y se le da más responsabilidad (motivador) sin aumentar el sueldo, esta persona seguramente se molestará y estará aún más desmotivada.
3.- Para conseguir motivación, no hay que estar desmotivado. Antes de poner en marcha motivadores, hay que conseguir que las personas no estén desmotivadas, y es aquí donde cobra sentido nuestro mensaje principal a nuestros/as clientes. Hacer una actividad de Team Building si las personas desconfían de sus jefes/as porque estos han perdido la credibilidad, es perder tiempo y dinero. Formar a responsables en comunicación empática si estos/as están controlando todo lo que se hace y piensan que sus subordinados/as son incapaces de delegar en personas capaces, es también perder tiempo y dinero.
Por esto, antes de empezar a formar en motivación, coaching o hacer actividades internas para el desarrollo, los/as jefes/as deben hacer una profunda reflexión sobre cómo son y si su actitud no es realmente gran parte de la causa de la ira, miedo o tristeza que agarrota a sus empleados/as.