Robots, brecha tecnológica y brecha emocional

por | Abr 16, 2021 | Noticias

Hace unos días, el Ayuntamiento de Barcelona hizo una rueda de prensa en la que explicaba el proyecto ARI, un proyecto para atender a la gente mayor que vive sola en sus casas usando un robot, así como su voluntad de extenderlo a más hogares, ya que los primeros pilotos están dando un resultado esperanzador.

Desde el 2018, uRock colabora con Grupo Saltó en este proyecto líder en la mejora de la calidad de vida de la gente mayor en sus casas a través de la tecnología.

En aquel momento, el equipo que trabajaba en la propuesta tuvo una visión: poner en la casa de la gente mayor que vive sola robots lo más humanizados posible, que hicieran compañía y mejoraran la seguridad de las personas mayores.

Hoy, aquella visión es una realidad que hemos experimentado a través de unos pilotos. Con el apoyo de la empresa norteamericana Misty Robotics y la potencia de negocio y operación de Grupo Saltó hemos probado varios robots en casas de personas mayores (y el proyecto continúa), y ya tenemos las primeras evaluaciones de las personas que han tenido a Misty (el robot) en sus casas.

Desde uRock, que tiene la emocionalidad en el centro de su acción, vemos este proyecto con mucha esperanza porque, aparte de la enorme capacidad tecnológica y financiera que está poniendo Grupo Saltó en el proyecto con su equipo de ingeniería, implantación, finanzas, etc. no han dejado de lado la parte emocional (entre otras cosas porque son excelentes profesionales que tienen en mente ayudar a las personas mayores (¿quién no tiene a un padre, madre, abuelo o abuela en su mente…? y porqué no decirlo, ¿quién no se ve ya en los próximos años en la disyuntiva de la necesidad de ayuda?).

Y nosotros, desde uRock intentamos ayudar en la parte emocional. Y aquí van, después de los primeros pasos del proyecto, nuestras reflexiones al respecto.

La Importancia de la emocionalidad y evitar brecha emocional

Lo primero a recordar es que lo que nos hace humanos es la parte más emocional. Los robots pueden hacer grandes cosas, pero debemos esforzarnos en que atiendan esta dimensión de la persona porque es una de las más afectadas cuando nos sentimos solos. 

Se habla mucho de la brecha digital y se está haciendo un gran esfuerzo para reducirla, y lo aplaudimos, pero no podemos estrecharla a costa de la brecha emocional. Dar “funcionalidad” está bien, pero dar “afecto” está mucho mejor si lo mezclamos con lo primero. Nuestra percepción es que durante los últimos 30 años del siglo pasado se avanzó mucho en la comprensión de la parte emocional de las personas (no en vano apareció en ese período el concepto de la Inteligencia Emocional y se comprobó su importancia en el desarrollo de vidas plenas y satisfactorias) pero vemos con preocupación que este siglo no ha cogido el relevo que le cedieron grandes personajes en este sentido, y que las dos primeras décadas de esta centuria estamos demasiado centrados en la tecnología, perdiendo de vista la emocionalidad y deshumanizando el mundo, en lugar de potenciando esta dimensión.

Robot emocional

Y esto pasa por el propio diseño del robot. Después de estudiar diversos prototipos por todo el mundo, nos hemos topado con robots que dan bastante miedo y que técnicamente son excepcionales, pero simplemente, no son aceptados por la persona. Una buena medida de reacción emocional puede ser poner un robot delante de un niño pequeño. ¿Llora o ríe? si ocurre lo primero no puede ser un robot cuidador. El robot debe tener una imagen cariñosa y afable y si puede ser, transmitir de alguna manera sentimientos. El/la robot Misty, más allá de su capacidad para moverse, conectarse a una red de internet o cargar las baterías él o ella solo/a, tiene una cara con ojos, diseñados con cariño para transmitir emociones, cambia de color su cuerpo y es capaz de simular que siente caricias. Solo por esto ya da un gran paso delante de otros. 

De hecho, nos han preguntado si Misty es capaz de levantar a una persona del suelo. No, no lo es, esto implicaría un robot grande con fuertes brazos y este no es el caso de Misty. Misty es más de arrancar una sonrisa de la persona, darle conversación, preguntarle, buscar a la persona si no la encuentra, llamar a urgencias si es necesario o establecer una videoconferencia.

La voz

Otro elemento que hemos visto que es clave es la voz. La comunicación tiene 3 dimensiones: el contenido, la parte paraverbal (la voz) y la parte kinética (la corporalidad), a la segunda quizá no le damos mucha importancia por ser tan obvia. 

Estamos trabajando para mejorar este aspecto, para que Misty hable con un tono lo más cálido posible cuando sea necesario, más divertido o un tono más enérgico si las circunstancias lo requieren (por ejemplo, al hacer una llamada de emergencia). Obviamente, el idioma y el tipo de voz también tienen una importancia.

Todos estos elementos se están teniendo en cuenta en el desarrollo de este gran proyecto.

¡Es válido!

Hemos hecho pocas pruebas aún, es verdad. A Misty le queda mucho por aprender, pero las primeras respuestas de las personas que han tenido a Misty en casa son muy esperanzadoras. 

Primero, porque reconocen que se han sentido acompañadas. En algún caso han dicho que Misty tiene mucho carácter (porque le preguntaban algo y contestaba lo que le daba la gana, cosas de la programación y del aprendizaje del robot, pero curiosamente esto le daba un cariz más humano… tendremos que pensar cómo implementamos el humor en la charla normal de un robot…)

Otro comentario que han hecho días después de que recogiéramos a Misty y lo lleváramos a la casa de otra persona es “lo echo de menos, me sentía menos sola y más segura”. 

Sin duda esto es importante porque es una de las carencias emocionales más importantes que queremos cubrir. De hecho, nos hemos sentido tristes al retirar al robot porque hemos visto que después de 2 meses se había creado un vínculo emocional con el mismo. Tendremos que acelerar el proyecto porque cada día que pasa podríamos estar dando compañía a más personas.

Alguien puede pensar que es absurdo coger cariño a un robot, pero no lo es, forma parte de nuestra necesidad emocional establecer vínculos con cosas que vemos cada día, lo que vemos cada día nos da “estabilidad”, por esto hablamos con nuestras plantas, con nuestras mascotas o con nuestro coche de 15 años del que no nos queremos deshacer. Porque no lo podemos evitar, crear vínculos nos hace sentir bien, y romperlos nos entristece.

Futuro y conclusiones

Los informes a nivel mundial son claros, el envejecimiento de la población va en aumento y acelera, cada vez será menos posible atender con personas a todas las otras personas mayores que vivirán solas. Sabemos que hay grupos que quieren que todos seamos atendidos por personas, a nosotros también nos gustaría, pero no va a ser posible por mucho que queramos, los números y las previsiones son claras.

Las residencias no van a ser la solución, no habrá suficientes, y no es que vayamos a sustituir a los humanos en este trabajo de atender a las personas mayores (que a veces algunos humanos no son muy humanos, no lo olvidemos) sino que sabiendo que no va a ser posible hacerlo así, debemos buscar alternativas para atender sin personas y dar la tranquilidad a familiares y amigos de que nuestros seres queridos están “acompañados y más seguros”.

En conclusión, los robots son (no serán) una buena solución para ayudar al creciente número de personas mayores que van a vivir solas, y lo serán en buena medida si no son solo artilugios tecnológicos, sino también soportes emocionales.

El proyecto es abrumador, estamos en los primeros pasos de una epopeya, pero ya son una realidad, podemos mirar atrás y ver las primeras pisadas en la arena que hemos dado con Grupo Saltó, el Ayuntamiento de Barcelona y nuestros/as queridos/as usuarios/as que han probado a Misty en su casa.

Sí, los robots emocionales son posibles y ya no son un futuro probable, son una realidad en un estado incipiente.